sábado, 17 de abril de 2010

C17: La verdadera yo

Bajé lentamente la escalera escasamente iluminada por un resplandor azul. El eco de mis pasos me daba verdaderos escalofríos y la soledad que sentía era peor que estar sola en pleno desierto.
Llegué al último escalón, en donde había un enorme aparato de extraña tecnología.
-¿Aló?- pregunté antes de que las puertas se abrieran de golpe.

-Bienvenida, señorita Margaret LeBlanc, su número es el 0125- profirió una voz de quien sabe donde.
La cueva parecía una verdadera mansión, combinada con un laboratorio de última tecnología. Pero lo que más llamó mi atención no fue ni el lujoso laboratorio o la mansión de estrella de cine, sino la muralla repleta de diferentes armas y cosas que estaba segura que sólo servían para una cosa: matar.
Retrocedí con mi mano tapando la perfecta "O" en la que se había transformado mi boca y choqué con otra pared, la cual estaba llena de fotografía de cuerpos pálidos, con colmillos sobresalientes, filosos y que tal vez hubiesen servido para atacar, si es que sus dueños no tuviesen una estaca en el lugar en donde va el corazón.
Poco a poco me di cuenta de lo que eran esas cosas, ellos eran...vampiros. Lo pude afirmar cuando vi una foto del mismísimo Lord Kedevac en una especie de antes (cuando estaba vivo) y después (cuando lo había asesinado.)
El miedo de inundó de pies a cabeza y la desesperación sólo me hacía pensar si Thomas, April, Marco, Anna o Javi corrían algún peligro al estar cerca de Francisco.

-¿Qué haces aquí?- rugió una voz a mis espaldas, causándome un sobresalto.

Me volteé lentamente al escuchar la inconfundible voz de Francisco a mis espaldas.

-Yo sólo veía un libro y sin querer terminé acá.- Estaba echa un verdadero atado de nervios y la fría mirada de Francisco no ayudaba en nada a calmarme un poquito.

Francisco me quedó mirando con una de sus castañas cejas alzadas antes de comenzar a caminar despreocupadamente.
-Ahora deberás saber lo que soy- dijo con una mano en su mentón y la otra mano en la espalda.-Mejor dicho...lo que somos- agregó.

-¿Somos? Te refieres a ti y a tu hermano, ¿verdad?- Pestañeé sorprendida, no creía que Eric también podría ser un...asesino.

-No- ladró.- Me refiero a ti y a mí- dijo cada palabra lentamente, como si quiera explicarle un hecho a un recién nacido.

-¿Yo?- Alcé una ceja.- ¿Qué demonios tengo que ver yo con que tú mates vampiros?- Hablé algo alterada con todo el asunto ese.
Comencé a caminar de acá para allá antes de darme cuenta que tenía una gran duda.

-¿Qué soy?- solté.-O somos.

Me examinó de arriba a abajo, ¿estaría buscando algún signo de que tenía miedo?, antes de que sus labios dejará salir una palabra que no deseaba oír.

-Somos ángeles- soltó como si fuese lo más común en el mundo.

No sabía si mis ojos estaban abiertos como verdaderos platos cuando soltó esa información, sólo vi como me iba cayendo y después la oscuridad nublaba mi mente y visión. Me había desmayado, en la cueva de un loco me había desmayado, ¡¿No podía desmayarme en otra parte!?

Con la cabeza adolorida, me paré de la improvisada cama en la que me encontraba. Miré a mi alrededor, las oscuras paredes me daban una rara sensación de encontrarme en algo peor a una cárcel.

-¿Dónde...?- fui interrumpida por la brusca voz de Francisco.

-En nuestro escondite- advirtió con una voz sombría.

La playera azul liso y los jeans, que llevaba en el instituto, fueron cambiados por unas ropas negras y una larga chaqueta de cuero.
Intenté buscar una forma de salir, ese lugar me estaba ahogando, pero nada permitía un escape fácil de vuelta hacia la luz del sol.
Una puerta a mis espaldas se abrió, dejando ver a un alto chico de cabello castaño claro, con las mismas ropas de Francisco, pero sin la chaqueta rara.

-Derek- soltó Francisco viendo la oscura sombra del chico entrar a la oscura habitación. -La he traído sana y salva....como pediste.- Su voz tenía un tono tan...raro. Es como si sintiera respeto por ese tal Derek.

Ese tal chico Derek hizo un gesto con la cabeza, antes de que dos enormes hombres me levantaran de la cama y me llevaran hacía a otra sala, también oscura; con una pequeña ventana, por la que entraba un pequeño rayo de sol, y sobre nuestras cabezas un ventilador, con las 3 hélices que poseía, girando lentamente.
-Bienvenida, Margaret- me saludó ese Derek, el cual recién notaba que tenía los ojos grises.

-Hola- le volví el saludó mirando mis zapatos.

El silencio tomó las piezas del juego, antes de que Derek retomará la palabra.

-Sé que debes estar confundida y lo entendemos, todos nos sentimos así después de que descubrimos que nos han mentido casi toda nuestras vivas- profirió con una voz calmada, hasta se podría decir que su voz era dulce.

-Mi mamá es humana...yo sé, y de mi padre...bueno, nunca lo conocí, pero...- mi discurso acerca de: "Yo no soy un ángel" se quedaron en mis labios cuando Derek comenzó a hablar.

-Agustín fue un gran hombre, siempre me hablaba de tu madre y de ti- declaró mientras caminaba de acá para allá.- ¿Sabes? Siempre deseo estar con ustedes, verte crecer. Pero no pudo.

-¡Mi padre nos dejó cuando tenía dos años!- alegué enfurecida.

-Margaret, ¿tu madre nunca te contó como se conocieron ella y Agustín?- Negué con la cabeza cuando Derek comenzaba a ir de allá para acá. -Él verdadero nombre de tu padre es: Reahel, Agustín sólo es el apodo que utilizó para pasar desapercibido entre los humanos. Él y tu madre se conocieron en un club, cuando ella se había recién graduado de la universidad y él era un ángel que tenía su primera visita en la Tierra, en resumen...tu madre se emborrachó y él la fue a dejar a su casa, pero se enamoró y en una noche de pasión naciste tú. Reahel nunca las hubiese abandonado si no fuese por algo importante.- Se agachó y posó una de sus pálidas manos en mi cara.- Créeme, él las adoraba.

Unas lágrimas comenzaron a caer de mis ojos.

-Si nos hubiese amado, estaría con nosotras- alegué.

-¡Él las amaba! ¡Sólo quería un mundo seguro para ustedes! ...para ti- una pausa.- Pero no pudo, lo asesinaron, uno de la raza de tu novio lo asesinó.

Abrí los ojos desmesuradamente, ¿un vampiro había asesinado a mi "padre"?

-¿Qué?- pregunté algo asustada.

-Lo que oíste, un vampiro llamado Kedevac lo asesinó.- Nuevamente abrí los ojos de par en par, ¿Lord Kedevac? ¿Él que YO había asesinado?-Lo bueno fue que sangre de su sangre fue la que tomó venganza.

Mis manos comenzaron a tiritar, más lágrimas caían sin control por mis ojos y las único que deseaba era irme a mi casa.

-Por favor, déjenme salir, necesito irme a mi casa-dije.-¡Ahora!- exclamé antes de pararme de la silla.

Derek y Francisco se miraron un buen rato, finalmente Francisco afirmó con la cabeza y le murmuró algo a los hombres, que más bien parecían gorilas, quienes me cubrieron los ojos con una venda y comenzaron a pasearme a ciegas por el escondite.
Aparecimos en una tienda de muebles abandonada, en donde por fin me quitaron la venda.

-Vete- me ordenó Francisco.-Pero promete guardar este secreto, nadie puede saberlo, ni siquiera mi hermano.

-¿Eric no sabe na...?- me interrumpió.

-Eric es adoptado, por eso no es parte de nuestro clan... Si mi hermanito se llegara a enterar de que vive con un asesino, no me querrá hablar y eso no es bueno para mí.- Afirmé con la cabeza.

-No te preocupes, se guardar secreto.- Formé una débil sonrisa, a la cual él contestó con otra sonrisa.

-Ten esto.- Sacó de su bolsillo un colgante con una flor roja.-Esto te servirá mucho, ya que cuando necesites ayuda me facilitará la tarea de rastrearte.

-Gracias- dijeron mis labios antes de guardarme el colgante en mi bolsillo del pantalón.

Francisco besó mi frente, me deseo suerte y me dejó correr camino hacia mi casa.

miércoles, 7 de abril de 2010

C16: Ellos esconden algo

Otro día soleado, otro profesor insoportable, otros compañeros que soporto a la fuerza y otro rojo en matemática.

-¡Agr! ¡Voy a demandar al que hizo las matemáticas!- grité a los cuarto mil vientos.

-Siempre dices lo mismo, Maggie- contestó Nessa limando sus uñas.-Además, ya sabes que ese tipo debió haber muerto hace una década o más.- Terminó todavía mirando sus rosadas uñas.

Yo sólo rodé los ojos antes de que Javi se sentará en una de las tantas bancas que había en el instituto.

-La prueba estaba demasiado difícil- comentó justo cuando Thomas llegaba a mi lado.-Creo que por primera vez en mi vida, te ayudaré a matar al que creo las matemáticas, Mag- profirió haciendo que mi vampirito comenzará a reír.

-¿Piensan matar a alguien?- preguntó alzando una de sus perfectas cejas.

-Sip- afirmé algo tierna -al que inventó las matemáticas.

Él se carcajeó y me besó tiernamente. Un "te amo" salió de sus labios antes de que Francisco viniera a interrumpir.

-¡Hey, Maggie! ¿Recuerdas que teníamos que hacer el trabajo de historia juntos?- indagó preguntó refiriéndose al trabajo que el guapo maestro de Historia nos había dado hace apenas unas horas.

-Por supuesto, teníamos que escribir una presentación acerca de como había ayudado Self-North en la Primera Guerra Mundial, ¿no?- pregunté alzando una ceja -nuevo tic nervioso, que Thomas me había transmitido.-

-Exacto, después de clases si quieres vienes a mi casa...- Francisco dejo la frase al aire cuando su hermano llegó a su lado.

-¿Qué haces, bro?- preguntó Eric con algunos de sus movimientos de payasos.

-Sólo habló con Margaret, Eric- profirió Francisco algo rudo.

-Dime Maggie, por favor.- El que me dijeran: "Margaret" me hacia sentir un montón más anciana, hasta más anciana que Thomas.

-Bueno...Maggie- hizo una pausa algo drámatica.

La campana sonó, nos quedaba una hora de clases, el almuerzo y otras dos horas de torturas antes de ser libre definitivamente.

-¿Qué toca ahora?- preguntó Nessa.

-Gimnasia con el profesor Carlos- contestó Javi mientras caminábamos hasta los vestidores.

Nos detuvimos en la puerta rosada con una flor negra, me despedí de Thomas y entré a ponerme el buzo. Los shorts no eran mi prenda favorita, menos si tenía a todo mi curso viendo mis pálidas piernas, pero eso era lo que tenía que ocupar para los partidos de voleyball.

-Señoritas, que lindas se ven hoy- profirió el profesor Carlos cuando entramos todas con las sudaderas y los shorts algo...provocativas.

Me sonrojé cuando vi como Thomas asesinaba con la mirada a Anthony y a César, los tipos más pervertidos de mi clase que me miraban como santos idiotas.

-Bueno, señoritas, debe ponerse en los equipos que la semana pasada les dije- profirió antes de ir a buscar la malla y todo lo necesario para jugar.

Me acerqué a Thomas y me cubrí con sus brazos.
-Estoy que voy y mató a todos los que están acá adentro, ¿cómo se les ocurre andar viendo a mi niña bonita?- dijo dulcemente antes de depositar un beso en mi mejilla.

Me volteé y le besé. Él comenzó con su manía de meter sus manos en mi espalda. Mordí suavemente su labio inferior antes de que el maestro Carlos gritara:
-Los noviecitos, ¿pueden prestar atención a la clase?

Un leve sonrojó llegó a mis mejillas y desapareció rápidamente al comenzar el partido.
¿Qué puedo decir del partido de voley? Javi lo ganó sola, Nessa se sonrojó bruscamente cuando Eric la comenzó a alentar y a mi me llegó dos veces el balón en mi cabeza.
Las siguientes horas pasaron tan rápido que ni me di cuenta cuando ya me estaba despidiendo de Thomas para ir a la casa de Francisco.

-Y...- comenzó Eric- ¿llevas mucho tiempo con Thomas?- indagó finalmente.

-Mañana creó que cumplimos dos meses.- Comencé a contar con la mano.-Sí, exactamente dos meses.

-Y...- siguió Francisco -¿tú lo amas?

-Sí, lo amo y mucho, ¿por?

-Curiosidad- respondieron al unísono al hermanos.

Llegamos a una villa muy poblada, con niños corriendo de acá para allá y padres gritando el nombre de sus hijos. Eso me recordaba a mi niñez en California, los días soleados, las playas y otras cosas que en Self-North no hay.

-Bueno, esta en nuestra casa.- Eric abrió la puerta de una casa pintada de blanco, con cortinas azules y la puerta de un café claro.

La casa era acogedora y ordenada, los sillones en su mayoría eran blancos al igual que otros muebles, las paredes pintadas de diferentes tonos de azul y pequeñas decoraciones en café o verde.

-Linda casa- fue lo único que pude proferir.

-Gracias, mamá nos dejó decorarla, ya que ella no pasa mucho tiempo en casa- anunció Eric dejando su mochila en un closet al lado de la puerta de entrada.

-El pc esta arriba, en mi cuarto- afirmó Francisco en los primeros escalones de la escalera que había hacia el segundo piso. -Creo que es mejor si llevas un cuaderno para anotar tu parte.

Asentí con la cabeza antes de sacar mi cuaderno de historia con un lápiz de tinta azul. Subí las escaleras observando cada cosa nueva que aparecía a mi al rededor.

-¿Me esperas acá dos minutos? Tengo que ir a comprobar si esta prendido el internet.- Nuevamente sólo asentí con la cabeza.

La habitación de Francisco era enorme. Enorme cama, enorme TV plasma, enorme biblioteca personal, ¡hasta un enorme closet! Me detuve a ver los títulos de los libros, soy toda una ratona de biblioteca, en busca de alguno conocido.
Un libro especial llamó mi atención. Esta fundado en terciopelo rojo con los bordes dorados y una gran "M" en el centro.
Me atreví a abrirlo y una radiante luz salió desde el libro hacía el techo formando el símbolo más raro que he visto en mi vida. Eran exactamente doce círculos los que estaban en el techo, cada uno con una letra o símbolo diferente, pero del mismo color azulado.
Miré al techo antes de escuchar como una puerta se dibujaba en la pared del cuarto de Francisco. Entré sin ni siquiera pensarlo dos veces y comencé una corta travesía que ni idea donde me llevaría.