miércoles, 12 de mayo de 2010

C19: ¿Feliz Cumpleaños?

Las horas junto a mi amado vampiro habían pasado lo suficientemente rápido para marearme, sus caricias habían echo que cada parte de mi ser temblarán.

-¿Estás bien, Maggie?- preguntó Thomas a mi lado.

Nos encontrábamos en su cuarto, él acariciaba mi espalda. Si creían que habíamos llegado a algo fuera de nuestra edad, se equivocan...aunque lo desease con toda mi alma, mi teléfono celular y la ruidosa llegada de Marco y Anna había echo que todo el romanticismo quedara olvidado.

-Sí, sólo...algo adolorida- dije refiriéndome a las enormes manchas moradas que habían salido en mi espalda después de que Thomas me golpeará, fuertemente, contra una pared.

Thomas hizo una mueca de disgusto y acarició mi espalda, provocando que me encogiera de hombros a causa del dolor.

-Lo siento- profirió apenado.

-No te preocupes, corazón- dije- no fue tu culpa.- Sonreí antes de acariciar su fría faz.

La puerta se abrió dejando ver a la pequeña April -con un hermoso vestido rosa pálido hasta la rodilla- que saltando llegó hasta la cama de Thomas.

-¿Cómo estás? ¿Cómo estás? ¿Cómo están?- pregunto antes de saltar sobre la cama, causando que nuevamente se encogiera por el dolor.

-Pril, ¿recuerdas lo de su espalda?- indagó Tommy alzando una de sus perfectas cejas.

Ella se rió con esa risilla de niña angelical, la que hacia que cualquiera quedará rendido a sus pies.-

-Obvio, ¿cómo olvidar que mi hermanito peque casi se vuelve hombre hoy?- Ella nuevamente se rió ante la mirada que le mando Thomas.

-Ya cálmense los dos- ordené sentándome lentamente en la cama.-Ya pasó, ¿okey? Esto de que nuevamente nos "encuentren" no sucederá, ¿entendido?- dije algo enojada.

Los dos me quedaron mirando y April soltó otra de sus risillas.

-Claro, porque para la próxima nos haces una llamadita, Tommy, y juró que no molestamos.

Me quedé mirando a la pequeña reír, mientras que Thomas del pálido pasaba al...pálido, pero estoy segura que si siguiese siendo humano estaría más rojo que un tomate. Las carcajadas de Marco y Anna se escucharon desde que la sala de estar y lo único que podía hacer ahora era ponerme yo como tomate.

-Es la edad- me defendí mientras Thomas me abrazaba por la cintura.

-Sí, claro- profirió la niñita con sárcasmo.- En especial, porque mi hermano pasó esa edad hace...¿unos 100 años, hermanito?- Eso había sido un autentico "jaque-mate".

Thomas intento aguantar una carcajada, pero no lo logró y estalló a carcajada limpia.

-Bueno...físicamente tiene 17, igual que yo.- Se me había olvida que exactamente hoy - 6 de Mayo- había nacido.

-Maggie, tienes 16, amor- profirió Thomas besando mi cabello.

-Nop, hoy...hoy es mi cumpleaños- solté sin medir antes lo que decía.

Los ojos de April y Thomas se habían abierto de par en par.

-¿Hoy?- Thomas me volteó para que viera su cara pálida y sorprendida.

-Exacto, hoy a las 16ºº horas nací, ya son las 21ºº...nací hace cinco horitas.- Dije con una sonrisa en la cara.

El silencio se hizo mientras Thomas seguía mirándome boquiabierto. Pestañeé dos veces antes de que unos labios fríos, pero cálidos -para mí- comenzaban a dar otro de esos besos que apasionados que hacían que mi corazón corriera frenético.

-Feliz cumpleaños, te quiero, te adoro- comenzó Thomas separando cada frase con un beso.

-Gracias.- El rubor llegó nuevamente a mis mejillas.

-Emm...uno: aún estoy acá, chicos...-dijo April haciéndose notar- dos: tu mamá ha llamado seis veces, Mag, creo que esta preocupada.

Busqué mi móvil entre mi ropa y entre los muebles de Thomas. La mano extendida de Thomas mostraba mi móvil con: "Boulevard of Broken Dreams" sonando fuertemente.

-Mierda- murmuró antes de tomarlo y contestar.

-¡¿Margaret Marie LeBlanc, dónde demonios estás?!- gritó mi móvil, digo mi mamá.

-Lo siento, ma', me quedé estudiando con Thomas y se me pasó la hora...-mi mamá volvió a gritar.

-¡¿Qué estudiaban?! ¡¡¿Anatomía humana?!!- exclamó rompiendo mis tímpanos y causando que April se carcajeará.

-Si supiera...-dijo la pequeña vampira antes de volver a reír.

-Tú-shhh, ¿okey?- dije tapando mi móvil.

-¡¡Dime!! ¡¡Juró que voy ahora mismo a castrar a Thomas!!- gritó lo suficientemente fuerte para que Marco y Anna explotaran en carcajadas.

-Quiero tener hijos- sollozó falsamente Thomas.

-¡¡¡¿Qué?!!!- gritó mi mamá.

-Nada, mami, ya voy, bye, besos- colgué rápidamente la llamada y le dirigí una mirada cargada de odio a mi adorado vamp.

-¿Qué?- preguntó alzando una de sus perfectas cejas cobres.

-Estas muerto- dije tomando mi chaqueta que estaba botada cerca de uno de los tantos muebles de Thomas.

-Lo sé, corazón- una carcajada salió de los fríos labios de Thomas mientras yo lo seguía fulminando con la mirada.

Después de una breve discusión, unos besos locos y una promesa...Llegué a mi casa solamente para recibir una charla de "relaciones" junto a Thomas. Finalmente, me quedé dormida vestida, sin ni siquiera haberme sacado los jeans o la blusa que llevaba. Ni hablar si me había cubierto a lo menos con una sábana, porque sólo sé que caí a mi cama y en esa posición me dormí.

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Holaa!
Acá hablando la escritora ñ.ñ...bueno, sé que últimamente me he demorado más que demasiado en actualizar :/, y en serio lo siento demasiado T.T, pero mis estudios también tienen que ser cuidados por mi persona *-*
Juro que intentaré actualizar más pronto, pero no prometo nada xP
Besos
Cuidense...
Hippie Life ;)

lunes, 10 de mayo de 2010

C18: Te amo

La semana pasó y una fuerte depresión me embargo. No deseaba saber absolutamente de nada...ni de los ángeles, ni de los muertos...ni de Thomas. Deseaba pasar mi vida encerrada entre las cuatro paredes de mi habitación, con la música lo más fuerte que se podía y siempre con mi pijama blanco. Cada desayuno, almuerzo y cena había sido de total silencio entre mi mamá y yo. Mis calificaciones habían bajado notoriamente, lo que preocupó a todos más de la cuenta.

-...si a b más c más 3 da ocho...¿Maggie?- preguntó Thomas chasqueando sus dedos pálidos delante de mis ojos.

-¿Qué?- ladré.

-¿Estás entendiendo la materia?- preguntó con su mirada fijada en mí.

-Sinceramente, no estoy entendiendo nada.- Miré sus ojos, últimamente con cierta sombra fría en los ojos.

-Maggie...-susurró él acercándose poco a poco a mí.

-Thomas...no...no quiero herirte- proferí antes de que sus labios rozarán los míos.

Detuvo sus labios a los escasos 2 centímetros que nos quedaban para hacer uno de esos dulces besos que no había probado desde hace 3 o 6 días.

-¿Herirme? Mis polainas, te necesito ahora.- Nuestros labios se juntaron, hambriento de tanto tiempo separados. La pequeña mesa que nos separaba paso a la historia cuando Thomas la lanzó lejos de su alcancé sólo para poder meter su fría mano en mi espalda bajo la playera blanca que traía.

Enredó los dedos de una de sus manos en mi cabello, mientras que con la otra la tenia apoyada en el suelo. Yo tenía mis brazos atados a su cuello, mis piernas estabas estirándose poco a poco mientras Thomas bajaba lentamente hasta apoyar mi espalda con la alfombra persa que había en la sala de su casa. Separó nuestros labios, me corrió un rebelde mechón de cabello y mi sonrisa había reaparecido entre sus bellos labios.

-¿Estás segura que esto es lo que deseas?- gimió Thomas entrecortadamente.

Afirmé con la cabeza antes de que mis labios se juntarán con los de él deseosos de lo que sucedería. Thomas seguía con una de sus manos acariciando mis cabellos, mientras que con la otra desabrochaba los botones de la blusa verde que llevaba puesta. Una de mis manos corría desenfrenadamente por su espalda intentando sacar la playera de largas mangas que traía puesta.
Recorrer su espalda desnuda era...increíble. Ya sé el amor ayuda a que cada una de las cosas que vivíamos nosotros dos fuese increíble. Thomas finalmente logró sacar mi blusa, mientras besaba desde mi cuello hasta el escote del bracier que llevaba.

-Te amo- dije como nunca antes lo había dicho. Esta era la primera vez que sentía el peso que llevaba esa frase. "Te amo" era tal vez más conocida en el mundo entero y tal vez la más dicha. Amor es el sentimiento que uno tiene hacía algo o alguien, pero... ¿Qué estaba haciendo ahora yo? ¿Demostrando que amaba a Thomas? ¿Qué lo deseaba aunque tuviese siglos más que yo?
No, lo que yo estaba haciendo en ese momento era entregarme, tanto en cuerpo como en corazón.

-Thomas...-ronroneé jugueteando con sus labios.

-Mmm...-dijo apoyando su cabeza en la hendidura de mi cuello.

Miré el "campo de batalla", pantalones tirados, una blusa verde oscuro sobre una lámpara café clara y una playera de mangas largas y blanca estaba junto a la mesita que había lanzado mi adorado vampiro anteriormente.

-Te amo- susurré nuevamente pegando mi frente a la de él.

No habló. Ningún sonido salió de entre sus fríos labios, sólo el aire que era fuertemente expulsado por la comisura.
Necesitaba que él me dijera que también me amaba, que me deseaba tanto como lo había demostrado ahora, que me necesitaba a su lado...

-Yo...- dejo la frase en el aire.-Yo no te amo, yo no te necesito por un momento, yo no te deseo a mi lado.- Cada una de sus palabras habían sido cortantes.

-¿Qué?- murmuré separándome para ver sus verdes ojos.-¿Qué acabas de decir?- lágrimas ya corrían por mis ojos.

-Que no te amo, que te adoro; te no te necesito por un momento, te necesito una eternidad; no te deseo a mi lado, te deseo...mmm...sobre mí.- Abrí los ojos como platos por lo último que había dicho.

Los besos comenzaron nuevamente, pero está vez Thomas se paraba. Mientras que yo, enrollaba mis piernas en la cintura de mi amado vampiro.

sábado, 17 de abril de 2010

C17: La verdadera yo

Bajé lentamente la escalera escasamente iluminada por un resplandor azul. El eco de mis pasos me daba verdaderos escalofríos y la soledad que sentía era peor que estar sola en pleno desierto.
Llegué al último escalón, en donde había un enorme aparato de extraña tecnología.
-¿Aló?- pregunté antes de que las puertas se abrieran de golpe.

-Bienvenida, señorita Margaret LeBlanc, su número es el 0125- profirió una voz de quien sabe donde.
La cueva parecía una verdadera mansión, combinada con un laboratorio de última tecnología. Pero lo que más llamó mi atención no fue ni el lujoso laboratorio o la mansión de estrella de cine, sino la muralla repleta de diferentes armas y cosas que estaba segura que sólo servían para una cosa: matar.
Retrocedí con mi mano tapando la perfecta "O" en la que se había transformado mi boca y choqué con otra pared, la cual estaba llena de fotografía de cuerpos pálidos, con colmillos sobresalientes, filosos y que tal vez hubiesen servido para atacar, si es que sus dueños no tuviesen una estaca en el lugar en donde va el corazón.
Poco a poco me di cuenta de lo que eran esas cosas, ellos eran...vampiros. Lo pude afirmar cuando vi una foto del mismísimo Lord Kedevac en una especie de antes (cuando estaba vivo) y después (cuando lo había asesinado.)
El miedo de inundó de pies a cabeza y la desesperación sólo me hacía pensar si Thomas, April, Marco, Anna o Javi corrían algún peligro al estar cerca de Francisco.

-¿Qué haces aquí?- rugió una voz a mis espaldas, causándome un sobresalto.

Me volteé lentamente al escuchar la inconfundible voz de Francisco a mis espaldas.

-Yo sólo veía un libro y sin querer terminé acá.- Estaba echa un verdadero atado de nervios y la fría mirada de Francisco no ayudaba en nada a calmarme un poquito.

Francisco me quedó mirando con una de sus castañas cejas alzadas antes de comenzar a caminar despreocupadamente.
-Ahora deberás saber lo que soy- dijo con una mano en su mentón y la otra mano en la espalda.-Mejor dicho...lo que somos- agregó.

-¿Somos? Te refieres a ti y a tu hermano, ¿verdad?- Pestañeé sorprendida, no creía que Eric también podría ser un...asesino.

-No- ladró.- Me refiero a ti y a mí- dijo cada palabra lentamente, como si quiera explicarle un hecho a un recién nacido.

-¿Yo?- Alcé una ceja.- ¿Qué demonios tengo que ver yo con que tú mates vampiros?- Hablé algo alterada con todo el asunto ese.
Comencé a caminar de acá para allá antes de darme cuenta que tenía una gran duda.

-¿Qué soy?- solté.-O somos.

Me examinó de arriba a abajo, ¿estaría buscando algún signo de que tenía miedo?, antes de que sus labios dejará salir una palabra que no deseaba oír.

-Somos ángeles- soltó como si fuese lo más común en el mundo.

No sabía si mis ojos estaban abiertos como verdaderos platos cuando soltó esa información, sólo vi como me iba cayendo y después la oscuridad nublaba mi mente y visión. Me había desmayado, en la cueva de un loco me había desmayado, ¡¿No podía desmayarme en otra parte!?

Con la cabeza adolorida, me paré de la improvisada cama en la que me encontraba. Miré a mi alrededor, las oscuras paredes me daban una rara sensación de encontrarme en algo peor a una cárcel.

-¿Dónde...?- fui interrumpida por la brusca voz de Francisco.

-En nuestro escondite- advirtió con una voz sombría.

La playera azul liso y los jeans, que llevaba en el instituto, fueron cambiados por unas ropas negras y una larga chaqueta de cuero.
Intenté buscar una forma de salir, ese lugar me estaba ahogando, pero nada permitía un escape fácil de vuelta hacia la luz del sol.
Una puerta a mis espaldas se abrió, dejando ver a un alto chico de cabello castaño claro, con las mismas ropas de Francisco, pero sin la chaqueta rara.

-Derek- soltó Francisco viendo la oscura sombra del chico entrar a la oscura habitación. -La he traído sana y salva....como pediste.- Su voz tenía un tono tan...raro. Es como si sintiera respeto por ese tal Derek.

Ese tal chico Derek hizo un gesto con la cabeza, antes de que dos enormes hombres me levantaran de la cama y me llevaran hacía a otra sala, también oscura; con una pequeña ventana, por la que entraba un pequeño rayo de sol, y sobre nuestras cabezas un ventilador, con las 3 hélices que poseía, girando lentamente.
-Bienvenida, Margaret- me saludó ese Derek, el cual recién notaba que tenía los ojos grises.

-Hola- le volví el saludó mirando mis zapatos.

El silencio tomó las piezas del juego, antes de que Derek retomará la palabra.

-Sé que debes estar confundida y lo entendemos, todos nos sentimos así después de que descubrimos que nos han mentido casi toda nuestras vivas- profirió con una voz calmada, hasta se podría decir que su voz era dulce.

-Mi mamá es humana...yo sé, y de mi padre...bueno, nunca lo conocí, pero...- mi discurso acerca de: "Yo no soy un ángel" se quedaron en mis labios cuando Derek comenzó a hablar.

-Agustín fue un gran hombre, siempre me hablaba de tu madre y de ti- declaró mientras caminaba de acá para allá.- ¿Sabes? Siempre deseo estar con ustedes, verte crecer. Pero no pudo.

-¡Mi padre nos dejó cuando tenía dos años!- alegué enfurecida.

-Margaret, ¿tu madre nunca te contó como se conocieron ella y Agustín?- Negué con la cabeza cuando Derek comenzaba a ir de allá para acá. -Él verdadero nombre de tu padre es: Reahel, Agustín sólo es el apodo que utilizó para pasar desapercibido entre los humanos. Él y tu madre se conocieron en un club, cuando ella se había recién graduado de la universidad y él era un ángel que tenía su primera visita en la Tierra, en resumen...tu madre se emborrachó y él la fue a dejar a su casa, pero se enamoró y en una noche de pasión naciste tú. Reahel nunca las hubiese abandonado si no fuese por algo importante.- Se agachó y posó una de sus pálidas manos en mi cara.- Créeme, él las adoraba.

Unas lágrimas comenzaron a caer de mis ojos.

-Si nos hubiese amado, estaría con nosotras- alegué.

-¡Él las amaba! ¡Sólo quería un mundo seguro para ustedes! ...para ti- una pausa.- Pero no pudo, lo asesinaron, uno de la raza de tu novio lo asesinó.

Abrí los ojos desmesuradamente, ¿un vampiro había asesinado a mi "padre"?

-¿Qué?- pregunté algo asustada.

-Lo que oíste, un vampiro llamado Kedevac lo asesinó.- Nuevamente abrí los ojos de par en par, ¿Lord Kedevac? ¿Él que YO había asesinado?-Lo bueno fue que sangre de su sangre fue la que tomó venganza.

Mis manos comenzaron a tiritar, más lágrimas caían sin control por mis ojos y las único que deseaba era irme a mi casa.

-Por favor, déjenme salir, necesito irme a mi casa-dije.-¡Ahora!- exclamé antes de pararme de la silla.

Derek y Francisco se miraron un buen rato, finalmente Francisco afirmó con la cabeza y le murmuró algo a los hombres, que más bien parecían gorilas, quienes me cubrieron los ojos con una venda y comenzaron a pasearme a ciegas por el escondite.
Aparecimos en una tienda de muebles abandonada, en donde por fin me quitaron la venda.

-Vete- me ordenó Francisco.-Pero promete guardar este secreto, nadie puede saberlo, ni siquiera mi hermano.

-¿Eric no sabe na...?- me interrumpió.

-Eric es adoptado, por eso no es parte de nuestro clan... Si mi hermanito se llegara a enterar de que vive con un asesino, no me querrá hablar y eso no es bueno para mí.- Afirmé con la cabeza.

-No te preocupes, se guardar secreto.- Formé una débil sonrisa, a la cual él contestó con otra sonrisa.

-Ten esto.- Sacó de su bolsillo un colgante con una flor roja.-Esto te servirá mucho, ya que cuando necesites ayuda me facilitará la tarea de rastrearte.

-Gracias- dijeron mis labios antes de guardarme el colgante en mi bolsillo del pantalón.

Francisco besó mi frente, me deseo suerte y me dejó correr camino hacia mi casa.

miércoles, 7 de abril de 2010

C16: Ellos esconden algo

Otro día soleado, otro profesor insoportable, otros compañeros que soporto a la fuerza y otro rojo en matemática.

-¡Agr! ¡Voy a demandar al que hizo las matemáticas!- grité a los cuarto mil vientos.

-Siempre dices lo mismo, Maggie- contestó Nessa limando sus uñas.-Además, ya sabes que ese tipo debió haber muerto hace una década o más.- Terminó todavía mirando sus rosadas uñas.

Yo sólo rodé los ojos antes de que Javi se sentará en una de las tantas bancas que había en el instituto.

-La prueba estaba demasiado difícil- comentó justo cuando Thomas llegaba a mi lado.-Creo que por primera vez en mi vida, te ayudaré a matar al que creo las matemáticas, Mag- profirió haciendo que mi vampirito comenzará a reír.

-¿Piensan matar a alguien?- preguntó alzando una de sus perfectas cejas.

-Sip- afirmé algo tierna -al que inventó las matemáticas.

Él se carcajeó y me besó tiernamente. Un "te amo" salió de sus labios antes de que Francisco viniera a interrumpir.

-¡Hey, Maggie! ¿Recuerdas que teníamos que hacer el trabajo de historia juntos?- indagó preguntó refiriéndose al trabajo que el guapo maestro de Historia nos había dado hace apenas unas horas.

-Por supuesto, teníamos que escribir una presentación acerca de como había ayudado Self-North en la Primera Guerra Mundial, ¿no?- pregunté alzando una ceja -nuevo tic nervioso, que Thomas me había transmitido.-

-Exacto, después de clases si quieres vienes a mi casa...- Francisco dejo la frase al aire cuando su hermano llegó a su lado.

-¿Qué haces, bro?- preguntó Eric con algunos de sus movimientos de payasos.

-Sólo habló con Margaret, Eric- profirió Francisco algo rudo.

-Dime Maggie, por favor.- El que me dijeran: "Margaret" me hacia sentir un montón más anciana, hasta más anciana que Thomas.

-Bueno...Maggie- hizo una pausa algo drámatica.

La campana sonó, nos quedaba una hora de clases, el almuerzo y otras dos horas de torturas antes de ser libre definitivamente.

-¿Qué toca ahora?- preguntó Nessa.

-Gimnasia con el profesor Carlos- contestó Javi mientras caminábamos hasta los vestidores.

Nos detuvimos en la puerta rosada con una flor negra, me despedí de Thomas y entré a ponerme el buzo. Los shorts no eran mi prenda favorita, menos si tenía a todo mi curso viendo mis pálidas piernas, pero eso era lo que tenía que ocupar para los partidos de voleyball.

-Señoritas, que lindas se ven hoy- profirió el profesor Carlos cuando entramos todas con las sudaderas y los shorts algo...provocativas.

Me sonrojé cuando vi como Thomas asesinaba con la mirada a Anthony y a César, los tipos más pervertidos de mi clase que me miraban como santos idiotas.

-Bueno, señoritas, debe ponerse en los equipos que la semana pasada les dije- profirió antes de ir a buscar la malla y todo lo necesario para jugar.

Me acerqué a Thomas y me cubrí con sus brazos.
-Estoy que voy y mató a todos los que están acá adentro, ¿cómo se les ocurre andar viendo a mi niña bonita?- dijo dulcemente antes de depositar un beso en mi mejilla.

Me volteé y le besé. Él comenzó con su manía de meter sus manos en mi espalda. Mordí suavemente su labio inferior antes de que el maestro Carlos gritara:
-Los noviecitos, ¿pueden prestar atención a la clase?

Un leve sonrojó llegó a mis mejillas y desapareció rápidamente al comenzar el partido.
¿Qué puedo decir del partido de voley? Javi lo ganó sola, Nessa se sonrojó bruscamente cuando Eric la comenzó a alentar y a mi me llegó dos veces el balón en mi cabeza.
Las siguientes horas pasaron tan rápido que ni me di cuenta cuando ya me estaba despidiendo de Thomas para ir a la casa de Francisco.

-Y...- comenzó Eric- ¿llevas mucho tiempo con Thomas?- indagó finalmente.

-Mañana creó que cumplimos dos meses.- Comencé a contar con la mano.-Sí, exactamente dos meses.

-Y...- siguió Francisco -¿tú lo amas?

-Sí, lo amo y mucho, ¿por?

-Curiosidad- respondieron al unísono al hermanos.

Llegamos a una villa muy poblada, con niños corriendo de acá para allá y padres gritando el nombre de sus hijos. Eso me recordaba a mi niñez en California, los días soleados, las playas y otras cosas que en Self-North no hay.

-Bueno, esta en nuestra casa.- Eric abrió la puerta de una casa pintada de blanco, con cortinas azules y la puerta de un café claro.

La casa era acogedora y ordenada, los sillones en su mayoría eran blancos al igual que otros muebles, las paredes pintadas de diferentes tonos de azul y pequeñas decoraciones en café o verde.

-Linda casa- fue lo único que pude proferir.

-Gracias, mamá nos dejó decorarla, ya que ella no pasa mucho tiempo en casa- anunció Eric dejando su mochila en un closet al lado de la puerta de entrada.

-El pc esta arriba, en mi cuarto- afirmó Francisco en los primeros escalones de la escalera que había hacia el segundo piso. -Creo que es mejor si llevas un cuaderno para anotar tu parte.

Asentí con la cabeza antes de sacar mi cuaderno de historia con un lápiz de tinta azul. Subí las escaleras observando cada cosa nueva que aparecía a mi al rededor.

-¿Me esperas acá dos minutos? Tengo que ir a comprobar si esta prendido el internet.- Nuevamente sólo asentí con la cabeza.

La habitación de Francisco era enorme. Enorme cama, enorme TV plasma, enorme biblioteca personal, ¡hasta un enorme closet! Me detuve a ver los títulos de los libros, soy toda una ratona de biblioteca, en busca de alguno conocido.
Un libro especial llamó mi atención. Esta fundado en terciopelo rojo con los bordes dorados y una gran "M" en el centro.
Me atreví a abrirlo y una radiante luz salió desde el libro hacía el techo formando el símbolo más raro que he visto en mi vida. Eran exactamente doce círculos los que estaban en el techo, cada uno con una letra o símbolo diferente, pero del mismo color azulado.
Miré al techo antes de escuchar como una puerta se dibujaba en la pared del cuarto de Francisco. Entré sin ni siquiera pensarlo dos veces y comencé una corta travesía que ni idea donde me llevaría.

lunes, 29 de marzo de 2010

C15: Una opción

El sol ya había salido hace un montón cuando me desperté. Anoche me había quedado a dormir con Thomas -sólo a dormir, no mal piensen, por favor- después de que April le rogará a mi mamá que me quedará cuidándola, ya que Marco y Anna, sus "padres", había salido por el fin de semana a las hermosas costas caribeñas.

-Por favor, por favor, por favor.- Había rogado la pequeña vampira.- Mis queridos padres me dejaron con Thomas, pero él no sabe cocina. ¡Se le quema hasta la leche en el microondas!- dramatizo la pequeña a punto de ponerse a llorar.

Mi mamá no había soportado una carcajada mientras mi pobre vampirito estaba que se moría, o volvía a morir, de verguenza.

-Bueno, la dejaré ir. Con una sola condición- había proferido.-Que duerman en camas separadas.
-Mamá, obvio que dormiremos en camas separadas.- Dije antes de ser asesinada con la mirada de mi madre.

-Ya sabes, April. Si ves algo extraño entre estos dos, sólo me llamas y yo los castigo, ¿entendido?- había dicho antes de mandarme a ordenar una maleta para llevar por los 2 días que estaría con ellos.

Ahora me encontraba durmiendo en la cama de Thomas, cuando la cama se movió indicándome que alguien más se había subido a la antigua cama.

-Buenos días, dormilona.- dijo una suave voz en mi oído.- ¿No crees que ya es tiempo de despertar?

Yo emití un gruñido parecido a un: no molestes.

-Por favor.- dijo acariciando mi mejilla con su fría nariz.

Volví mi cara para verle, él corrió unos cabellos que tapaban mi cara, deposito un beso en mi frente y me acercó a su cuerpo para abrazarlo.

-Pareces un gato con el cabello desordenado por las mañanas.- sonrió acariciando mi cabeza.

-¿En serio?

-Por supuesto- profirió mientras levantaba mi cara para ver mi sonrisa en esos labios carmesíes.

-Entonces, tú te pareces a un pájaro carpintero por las mañanas.- proferí antes de besarle.

Me miró extrañado.

-¿Por qué un pájaro carpintero?- alzó una de sus perfectas orejas.

-Porque en las mañanas sólo saber decir: despierta, despierta, ¡despierta!- proferí enterrado mi cabeza en su torso.

-Bueno, entonces te despertaré de otra manera.- Dijo antes de comenzar a besarme apasionadamente.

Noté que ese beso se iba de mis manos cuando Thomas comenzó a meter su mano por debajo de mi playera blanca con mangas algo vaporosas. El vampiro bajo de mis labios a mi cuello justo cuando un abrir de puerta era escuchado.

-Eh... ¿Thomas?- el sólo respondió con un "mmm".- Creo que acaba de entrar alguien.

Él me miró antes de proferir un: "no hay nadie, querida".

-Thomas, hay alguien más en la habitación.- repetí.

-Maggie, si hubiese entrado alguien, hubiese escuchado, ¿no crees?- dijo Thomas mirándome con sus ojos verdes.

-Entonces, o estas sordo o muy despistado.- Profirió una voz femenina detrás de nosotros.

-Helen.- profirió rodando los ojos.

Thomas salió de sobre mí -¿cuándo demonios se posó sobre mí?- con su camisa blanca totalmente desabotonada -no me pregunten, tampoco sé cuando se la desbotoné- y vio a la vampira de cabello ondulado, rojizo y esponjado. Piel pálida, ojos café oscuros, finas facciones, delgada figura que ocultaba en un traje negro y rojo (algo parecido al de Kill Bill, pero negro en lo amarillo y rojo en lo negro.)

-Thomas, nunca te había visto tan enamorado.- Profirió Helen poniendo un sonrisa macabra.

-Nunca me había enamorado, Helen- contraatacó Thomas.

-Si van a pelear, mejor me voy- dije parándome de la suave cama.

Helen me dio una mirada antes de decirle algo rápidamente a Thomas.

-Mejor vamos al comedor- dijo él- las piezas no son buenas para hablar.

Bajamos a una velocidad de mortal, como los llamaba Marco, hasta en el comedor, en donde me sentaron en una silla y comenzó un tipo de interrogatorio a lo F.B.I.

-Ya la mordiste, que rápido eres, Thomas.- profirió al ver las dos medias lunas en mi cuello.- Hasta ya me atrevería a decir que la embarazaste.

"Nos van a traumar con los embarazos" dijo mi cerebro a lo que yo sólo pude afirmar.

-Todavía no, fíjate- dijo él con los ojos y los puños cerrados.

-Todavía no, soy buena deteniendo hormonas-de-vampiros-locos.- Interrumpí haciendo que Helen reventó en una carcajada.

-Ay, Maggie, me has caído bien.- Profirió ella.

Me reí haciendo que Thomas rodara nuevamente los ojos.

-Okey, ¿a qué vienes, Helen?- ladró el vampirito al lado mío.

-Relax, Thommy, yo sólo vengo a decirte que pronto piensan atacar.- soltó ella antes de que el silencio tomará el papel principal.

Miré a Thomas algo preocupada, él tenía la mirada distante y despistada cuando posó una de sus manos en mi hombro.

-Yo la protegeré con mi vida y tú lo sabes, Helen.- dijo Thomas rompiendo el silencio.

-Lo sé, todo el maldito mundo lo sabe, Thomas- ladró ella cruzándose de brazos.

Thomas se sentó en un sillón cercano, yo me levanté y me senté en sus piernas.

-No me va a pasar nada, te lo prometo.- Acaricié uno de sus cabellos pelirrojos.

-Tal vez haya una opción para salvar la vida de ella.- Profirió Helen avanzando unos pocos pasos hacia nosotros.

-¿ Cuál?- indagó Thomas tapándose la cara con las manos.

-Transformarla.

El silencio se hizo después de que Helen dijera esa palabra. ¿ Transformarme? Nunca había pensando en dejar mi mortalidad. Todas las personas que amaba eran mortales -todas, menos Thomas.-

-No- murmuró él.

-¿Qué?- dijimos Helen y yo al mismo tiempo.

-No, no lo haré.- Quitó sus manos de su cara y acarició mi cara.-No te condenaré a lo que soy, yo no puedo...yo...-tartamudeó con una de sus frías manos en mi mejilla.

Se mordió el labio inferior cuando una lágrima vuelta hielo, salió de sus ojos.

-Thomas, por favor- rogó Helen.

Thomas me abrazó fuertemente de la cintura y lágrimas congeladas brotaron de sus ojos sin control. Acurruqué su cabeza en mi cuello.

-Tranquilo- dijo con una voz suave.-No me transformaré, no aún- prometí.

Acaricié suavemente su espalda. Las congeladas lágrimas dejaron de brotar de sus ojos.

-Me siento tonto- dijo aún abrazando mis caderas.

-¿Por qué?- pregunté depositando un beso en su pelirroja cabellera.

-En mi época, que un hombre llorará era signo de debilidad y... Bueno, ninguna chica quería a un hombre débil.- Levantó su cara y me miró con esos lindos ojos suyos.

-No creo que sea débil por llorar- proferí jugueteando con un riso de su desordenado cabello.-Los hombres también tienen sentimientos, ellos también llorar. Y que tu época diga eso me da migraña, ¿acaso los hombres no podían llorar cuando perdían a alguien que amaban?

-No, con suerte los niños podían llorar.- Río.-No te quiero perder.

-¡¡Entonces, transformarla, maldita seas!!- interrumpió Helen caminando de acá para allá.

-¿Helen? ¿Podías hacerme un favor e irte unos 10 minutitos?- pregunté.

Ella afirmó con la cabeza y salió de la habitación.

-No me perderás, te lo prometo.- le dije antes de comenzar a besarle.

Enredé mis dedos en su cabello cuando el inmovilizó mis caderas.

-Prométeme que nunca te irás- susurró un rato en el cual separamos nuestros labios.

-Nunca- jadeé antes de volver a juntar nuestros labios.