viernes, 12 de marzo de 2010

C7: Marco y Anna

Desperté cegada por un potente rayo solar que atravesaba por la ventana de mi cuarto...esperen, la ventana de mi cuarto es blanca, no café. Y mis cortinas eran celestes, no blancas...

-¿Qué demo...?- dije intentando ponerme de pie al mismo tiempo que una fría mano no me dejaba moverme ni un centímetro.

Miré a la persona que recién despertaba y mis ojos se abrieron de par en par al darme cuenta de quien era. ¡Era Thomas!
Me miré desesperada, gracias a Dios llevaba mi ropa puesta...esperen, si había despertado junto a Thomas...entonces, había dormido con él...entonces...
Un movimiento a mi lado me sacó de mi ensoñación.

-Buenos días, amor- saludó Thomas antes de besar mi mejilla y de mi mejilla saltar a mis labios.

Nuevamente sus labios juguetearon con los míos un buen rato, antes de que el aire comenzara a hacerme falta.

-Hola- le respondí cuando nuestros labios se separaron.

Nos miramos a los ojos lo que pareció una eternidad, antes de que mi madre -aclarándose la garganta- nos sobresaltará.

-Chicos, hoy volveré tarde...No quiero encontrarlos teniendo relaciones o algo por el estilo- dijo Anabella, mi madre, provocandomé un fuerte sonrojo.

-No se preocupe, la cuidaré bien- afirmó Thomas abrazándome de la cintura y depositando un suave beso en mi mejilla.

-Sé que la cuidarás, pero todavía soy joven para tener nietos- dijo tomando las llaves de la casa de la mesa frente al televisor.

Mi sonrojé peor que un tomate mientras sentía como la puerta de cerraba. Thomas soltó una sonora risota que casi me hizo saltar del susto.

-¿Qué es lo gracioso, señor "descubre mi secreto"?- dije volteandome para quedar frente a frente con él.

-Tu madre diciendo eso de los bebés, sólo anoche te di un beso y ya cree que tendré "eso" contigo- profirió corriendo un mechón de cabello de mi cara.

-¿Quieres que te recuerde que anoche casi hacemos "eso"? Si no necesitara aire algo hubiese pasado...te lo aseguro- afirmé antes de que él nuevamente rosará sus labios con los míos.

Nuevamente se puso sobre mío. El beso comenzó igual que el de ayer, suave y delicado para trasformarse en uno apasionado y desesperado. Lo empujé suavemente, separando mecánicamente nuestros labios.

-Vístete- me ordenó poniéndose de pie.

-¿Para qué? Encuentro que me veo bien en pijama- afirmé todavía entre las sabanas de su cama.

-Te ves hermosa en pijama- repitió besando mis labios- pero quiero que conozcas a mis hermanos y no creo que le caigas bien a Anna si estás vestida así delante de un chico- profirió antes de soltar una risilla.

-¿Entonces cómo me visto?- indagué sentándome en el sofá.

-Un vestido...nunca te he visto con uno...quiero verte con un vestido- ordenó con una voz algo autoritaria.

-¿Quieres que me ponga un vestido?- indagué algo extrañada.

-Sí, por favor- dijo poniendo una carita de perrito atropellado, como la llamaba yo a esa carita con la que siempre -o casi siempre- uno consigue lo que desea.

-Okey- dije rodando los ojos antes de que él me besara nuevamente.

Me separé y corrí a las escaleras. Subí las escaleras de dos en dos hasta mi cuarto en el segundo piso. Me duché rápidamente, lavé mi cabello y al salir de la ducha cepillé mi dientes. Me puse un vestido azul de seda hasta la rodilla, con un un escote en V no muy ceñido y con unas mangas que cubrían mis hombros. Mi cabello iba suelto y unas delicadas zapatillas de color blanco decoraban mis pies. Me miré una infinidad de veces al espejo, debía convencerme de una vez por todas que la hermosa chica que estaba en el espejo era yo.
Sentí la puerta de a entrada abrirse así que bajé rápidamente las escaleras para ver quien era y quedarme boquiabierta con el casi modelo europeo que tenía en frente. El cabello negro y desordenado, los ojos azules, la tez pálida, la playera negra que marcaba muy bien su abdomen, los guantes sin dedos echos de cuero, los jeans gastados y las botas negras y algo gruesas hacían que mi delicado corazón estallará.
El ese "modelo" soltó una risita antes de gritar:

-¡¡Thommy, creo que le gusto a tu novia!!- la sangre no tardó en llegar a mis mejillas poniéndolas de un color más rojo que el de un tomate.

Una chica de cabello negro hasta el hombro y liso, con facciones algo reales (de la realeza), pálida, ojos castaños, jeans negros, una playera a rayas y botas parecidas a las del chico( sólo que más finas), entró por la puerta de madera antigua.

-Hola, Cari- dijo la chica antes de besar apasionadamente al chico de lindos ojos.

Una mano fría tapó mis ojos antes de ver como el chico la hacía chocar contra la pared.

-Marco, ¿te acuerdas que tenemos a una menor de edad acá?- escuché decir a la suave voz de Thomas.

-¿Cuántos años tiene? ¿102?- se burlo Marco, o chico de los lindos ojos.

Thomas destapó mi vista para pudiera ver a la pareja en una pose más... "decente". Estaban parados unos al lado del otro mirando atentamente a Thomas.

-Tiene 16- respondió Thomas entre dientes.

Marco nuevamente estalló en risas.

-¡¡Profanador de cunas!!- exclamó en una de sus carcajadas.

La chica que estaba a su lado le dio un golpe en la cabeza para que se tranquilizara.

-Mira la cara que tiene esa pobre chica, no tiene ni la más mínima idea de que Thomas tiene 180 años- murmuró.

Sentí que un tic nervioso me había dado en mi ojo... ¡¿Cómo que tenía 180 años?!

-Anna... tú siempre hablando de más- dijo Thomas mientras me abrazaba por la cintura.

Me volteé antes de hacerle la pregunta del millón de dólares.

-¿Tienes 180 años?- él se mordió el labio inferior, por lo que supe que era un afirmativa.

-Maggie, cálmate- ordenó Anna con una suave voz.- Ah, y sé tú nombre, porque Thomas no deja de hablar de ti...es desesperante.

-¿Lees mentes?- es lo único que pude decir al darme cuenta que había respuesto a la pregunta que tenía en mi cabeza.

-No, no leo mentes... descifro códigos...¡Ay! Que tonta...se me olvido presentarme...Me llamo Anna...Anna Du Poy, soy francesa y, aunque no lo creas, tengo 162 años- dijo estrechando mi mano mientras notaba un leve acento francés en su hablar.

Marco se acercó a Anna y la abrazó de los hombros antes de presentarse.

-Soy Marco Moore, tu cuñado, tengo 183 años y soy todo un rastrador- dijo orgulloso de si mismo.

-Margaret- respondí algo tímida.

Marco me dio una sonrisa algo asesina antes de que le lanzará unas llaves a Thomas.

-Yo y Anna seguiremos el consejo que siempre nos das...ve a cuidar unos minutos a April, ¿si?- preguntó.- Ah...y si quieres lleva a Maggie...le hará bien conocer a alguien nuevo- añadió.

Thomas afirmó con la cabeza antes de que él y ella desaparecieran como por arte de magia.
Salimos de mi casa, nos subidos en una bellisima Harley Davidson de color rojo. Escuché el suave rugir del motor cuando Thomas lo encendió.

-¿Qué es lo que siempre les dices que hagan?- indagué todavía escuchando el rugir del motor.

Él formó una sonrisa entre amable y malvada.

-Que se consigan un cuarto, si supieras cuantas veces los he encontrado encontrado en pleno acto- afirmó algo molesto mientras yo me tragaba una carcajada.

2 comentarios:

  1. jajajajajja
    esta muy bueno!!!
    cada vez me gusta mas....
    te estas poniendo un poco pervertida jajajaja
    segui asi, me encanta
    mero/juanma

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