martes, 9 de marzo de 2010

C5: Primera muerte

El invierno llegó, con el todos esos fríos días en los cuales las calles aparecían blancas y resbalosas -un peligro para alguien que cada invierno termina en el hospital, porque se quebró un pie (todo por resbalarse)-.
Esa mañana no estaba muy bien, un infernal dolor de cabeza y zumbidos en mis oídos hacían que me sintiera de esa forma, así que tal vez ni iría a mi cárcel (o colegio, como deseen llamarlo). Podría tener un día sin tareas, sin profesores, sin Javi o Nessa y sin...Thomas.

-Thomas...- murmuré.

Desde esa tarde en la cual había calmado mis instintos asesinos no habíamos vuelto a hablar -bueno, yo no quería hablarle por temor que me dijera (o tratará) como una loca.- Cuando lo veía caminando hacia mí, corría por otro camino. O cuando sentía su mirada pegando en mi cara, formaba una "cortina de cabello" y dejaba que unas silenciosas lágrimas rodaran por mi cara.
Al recordar esa perfecta cara pálida y esos labios de un color carmesí, que pedían a gritos besar los míos, mi pereza desapareció en su totalidad y una hiperactividad embargo cada pieza de mi cuerpo. Me duché, vestí, desayuné y salí a una velocidad impensable de mi casa. Caminé -mejor dicho corrí- hasta el viejo edificio ubicado en el inmenso bosque de está ciudad que ni aparece en los mapas.
Al llegar, me escondí en un intento casi inútil de pasar desapercibida, pero unas frías manos me tomaron de la cintura y arrastraron hasta una parte más desolada del colegio.

-Ahora dirás aunque sea "hola" antes de que enloquezca- dijo la acaramelada voz dándome vuelta. Estábamos cerca...peligrosamente cerca.

-Eh...Hola...-lo saludé mirando el suelo -el cual estaba muy interesante últimamente-.

-Hola- dijo él formando mi sonrisa.-¿Por qué no me hablabas? ¿Me odias? Vamos, ¡responde!- profirió sacudiéndome.

Alcé mi vista, en sus verdes ojos había un rayo rojo que nunca había notado.

-¿Qué te pasa?- le pregunté mirando fijamente esos bellos ojos que me quitaban el sueño.-Tus ojos...tienen...algo raro.

-¿Qué?- profirió antes de voltearse y ver su reflejo. Se percato en sus ojos con esos rayos rojos, uno en cada ojo.

-Los rayos...nunca me había percatado de ellos- tartamudeé al principio.

-Se supone que nunca deberías haberte dado cuenta- murmuró más para él que para mí.

-¿Perdón?- posé mis manos en mi cinturita. -¿Me ocultas alguna cosa?

Evadió mi pregunta.

-Saldré un minuto, si el maestro Serrano pregunta por mí, dile...no sé....inventa alguna escusa- pidió antes de besar mi frente y salir corriendo.

-Ok...

-¡¡¡Gracias!!! ¡¡¡Te quiero!!! ¡¡¡Eres la mejor!!!- gritó Thomas unos metros más lejos.

Unos cuantos me quedaron mirando mientras un color rojo subía a mis mejillas, miré mis zapatillas blancas antes de ponerme la capucha que traía mi sudadera negra con un logo de Maui Girl en letras blancas y rosa.
La campana sonó, gracias a Dios, y todos entramos a nuestras respectivas asignaturas -en mi caso, castellano- y soportar por 1 hora y 30 minutos a los profesores y sus latosas conversaciones.

-Sentados- ordenó la áspera voz del Sr. Serrano al entrar a la sala pintada de blanco. -Todos saquén de inmediato su libro y su cuaderno. En una plana en blanco, escriban: "El amor en los tiempos del cólera".

-¿Ese es el libro que nos toca leer ahora?- preguntó Adam Smith, un alto chico, cabello negro, no muy guapo y el que había robado el corazón de Nessa con sus ojitos verdes.

-Sí, Sr. Smith, ese es el libro que debéis leer este mes- afirmó mientras escribía la fecha en el cual tomaría el examen.

El silencio reinó antes de que un chillido nos sobresaltará a todos.

-¡¡Ayuda!! ¡¡Necesito ayuda!!- se escuchó gritar desde el pasillo.

Algo hizo que me parará y fuera a ayudar a la chica que gritaba.

-Srita. Le Blanc, a su puesto- me ordenó el viejo Serrano.

-Con su permiso o sin él-proferí antes de salir corriendo al pasillo.

Seguí de donde venían los chillidos y en el pasillo, al frente del armario de limpieza estaba Amanda Vera con los ojos abiertos desmesuradamente, mirando el cuerpo de un chica tirado en el piso.

-Está muerta- afirmó antes de que le diera un ataque de histeria.

Escuché otros pasos, gracias al cielo era sólo Nessa y Javi, quienes corrieron a tranquilizar a Amanda que apuntaba el cuerpo de la chica.
Volteé el cuerpo inerte de la muchacha y no pude creer lo que mis ojos veían. Sasha...la tonta rubia...estaba...muerta.
No, no podía ser, pero así era. El cuerpo de Sasha frío, con sangre en el cabello proveniente desde unas medialunas que había en su cuello. Otro par de pasos, me volteé a ver justo cuando apareció la perfecta silueta de Thomas corriendo hacia mí.

-¿Qué su...?- no pudo terminar su frase. -¿Murió?- afirmé con la cabeza.

Se agachó a mi lado y removió más de los pegajosos cabellos rubios de Sasha de su cuello.

-Creo que fue un animal- dije antes de soltar una lágrima. Lo sé, ella era mala, pero no se merecía morir como lo había echo.

Thomas me abrazó y las lágrimas comenzaron a salir sin control.

-Calma, Maggie, calma- susurró Thomas besando mi cabellera y acariciando mi espalda.

-¡No merecía morir así! ¡Nadie lo merece!- grité haciendo que las puertas de los salones se abrieran y los curiosos miraran como Sasha yacía muerta, Thomas me consolaba y Javi con Nessa intentaban hacer que Amanda, de 6º año, de jara de chillar a todo pulmón.

Mis pulmones pidieron aire con una agitada hiperventilación. Enterré mi cara en la camisa de botones azul marino, él me sitúo sobre sus piernas cubiertas por unos jeans negros y comenzó a acurrucarme.

-¡¡Alumnos, no salgan de sus salas!! ¡¡Repitó, alumnos en sus salas!!- dijo el altavoz mientras escuchaba como los maestros entraban a sus alumnos a las salas y salían a ver que era lo que había pasado. Muchas expresiones salieron de las diferentes bocas de los maestros, mientras sentía como los muertos ojos de Sasha miraban al cielo. Se notaba que había sido sorprendida, pero... ¿Por qué cosa? Mi mente lo primero que dijo fue que el culpable era un animal, pero mi sentido de lógica me gritaba que había otra cosa...algo peligroso...algo que podía matar a cualquiera...algo que tal vez podía ser Thomas.
¡Imposible! Esa marca era echa por un animal, él era sólo un ser vivo... Un ser humano sin tanta fuerza para dejarle esa marca...
Las sirenas de la ambulancia me sacó de mi ensoñación, unos hombres de blanco había echado en cuerpo de Sasha en una camilla cubriendo su cara con una sábana. A Amanda un médico le dio un relajante y a mí me había cubierto con una frazada café con flores blancas. Thomas seguía con sus labios en mi cabello y su mano que recorría de arriba a abajo mi espalda, susurrando tranquilizadoras palabras y limpiando hasta la mínima lágrima que cayera de mis ojos.
-Tranquila, corazón, ella está en un mejor lugar- susurró Thomas antes de que nuevamente rompiera a llorar.

Después de que retirarán el cuerpo de la rubia, el director me dijo que por mi salud era mejor que me fuera a casa y que me enviaría con Thomas para que cuidará de mí. No lloré en el camino, pero a penas cerré la puerta de roble comencé a llorar a lágrima viva.
En mi mente sólo había una frasecita: Sasha Díaz...que en paz descanses...

3 comentarios:

  1. uiiiiiiiii me encanta como va!!! seguii escribiendo que quiero leer el 6! :P!
    jajja besotes!
    pauliii!

    ResponderEliminar
  2. uau!!!!!
    que tragico
    cada vez se hace mas emocionante...
    segui asi... pero tene cuidado con los errores ortograficos....
    bueno... mucha suerte
    espero con ansias el 6!!!
    mero/juanma...

    ResponderEliminar